viernes, 2 de julio de 2021

COMPOSTAJE DOMICILIARIO

  • RESIDUOS ORGÁNICOS Y COMPOSTAJE

¿Sabías que en Argentina, cada persona produce en promedio 1 kilogramo de residuos por día? Aunque nos pueda sorprender, la mitad de ese peso corresponde a restos orgánicos, una fracción que puede ser tratada en el hogar generando un producto muy valioso para nuestras macetas, huerta o jardín. En esta guía descubriremos cómo podemos, desde casa, colaborar en la higiene urbana y transformar, un problema en solución
50% ORGÁNICOS COMPOSTABLES (DE JARDÍN Y COCINA)
 25% SECOS RECICLABLES (PAPEL/CARTÓN, PLÁSTICO, METALY VIDRIO)
25% MIXTOS NO RECICLABLES (ENVASES COMPUESTOS O SUCIOS, PAÑALES, ETC)


¿QUÉ SON LOS RESIDUOS ORGÁNICOS DOMICILIARIOS? 

Los residuos orgánicos domiciliarios son aquellos residuos de origen vegetal o animal que solemos producir en el hogar: yerba, café, infusiones, cáscaras, carozos y restos de frutas y verduras, comida en mal estado, servilletas de papel, cáscara de huevo, lácteos, huesos, grasa y otros restos de carnes rojas, pollo y pescado. También incluye los cortes de pasto, hojas secas, ramitas y restos de plantas de macetas y jardín.

       Están formados en su mayor parte por agua. Por eso, cuando no los separamos ,notamos que nuestra bolsa de residuos es pesada y tiene aspecto húmedo.


      Suelen ser muy inestables, es decir, tienen tendencia a variar en consistencia, coloración, textura y aroma en poco tiempo.

     Son biodegradables, lo cual significa que pueden descomponerse naturalmente por acción de microorganismos y reincorporarse al suelo aportando nutrientes y cerrando el llamado “ciclo de la materia orgánica”.


 ¿SON UN PROBLEMA LOS RESIDUOS ORGÁNICOS?

 

Los residuos orgánicos no son un problema en sí mismos, de hecho, son el resultado normal de nuestra actividad diaria de cocinar y alimentarnos. Pero si no son separados y tratados adecuadamente, generan muchos inconvenientes:

      Ensucian los residuos reciclables como los papeles, cartones, plásticos, metales y vidrios, entorpeciendo la tarea de los recuperadores;

      Generan gases durante su transporte hacia los sitios de disposición final que contribuyen al cambio climático;

      Su descomposición no controlada genera sustancias que contaminan aguas subterráneas, aire y suelos, además de desprender malos olores y ser fuente de proliferación de plagas y enfermedades.

Para evitarlo, podemos tratar de manera segura y sencilla nuestros residuos orgánicos vegetales en el hogar mediante compostaje.


 

 


   ¿QUÉ ES EL COMPOSTAJE

Es una práctica en la que propiciamos la transformación biológica de los restos vegetales en abono. Lo llevan a cabo microorganismos benéficos (hongos y bacterias) en presencia de aire y humedad, sin olores ni riesgo para la salud de las personas. También puede realizarse incorporando lombrices (lombricompostaje) pero no son indispensables en el proceso.


¿QUÉ RESIDUOS ORGÁNICOS SE PUEDEN COMPOSTAR? 

Si bien todos los residuos que provengan de seres vivos tarde o temprano se descomponen, sólo colocaremos en la compostera los residuos orgánicos vegetales y las cáscaras de huevo, para preservar nuestra salud y la de nuestra familia. Los restos de origen animal no los compostaremos en el hogar ya que su tratamiento es más complejo desde el punto de vista sanitario.

EL COMPOSTAJE, UN PROCESO VIVO 

Compostar es sencillo una vez que incorporamos el hábito de separar los residuos, llevarlos a la compostera y darle a ésta los cuidados que precisa. De hecho, lo más difícil suele ser iniciar la práctica y saber cómo resolver los problemas más frecuentes ligados a ella (¡sí, todo tiene solución!). Por eso en esta guía veremos cómo arrancar... ¡y no parar de compostar! 

Hemos mencionado que el compostaje es una transformación biológica, es decir, se lleva a cabo gracias a la acción de una gran comunidad de microorganismos (principalmente, hongos y bacterias) y otros seres vivos. Para comprender cómo podemos acompañar el proceso, puede ser de utilidad pensar a ese conjunto de microorganismos como si fuera un miembro más de la familia al cual hay que procurarle:

 

1.    Un espacio donde vivir: la compostera 

2.    Cuidados, resumidos en las 3 “A”: Alimento balanceado, Aire y Agua 

Por lo mismo, nunca le tiraremos pesticidas, lavandina u otros productos químicos del hogar ya que de lo contrario los matarían.


 COMPOSTERAS EN ESPACIOS REDUCIDOS

 

¡Compostar en espacios reducidos es posible! Si bien es cierto que para ello es preciso contar con un lugar ventilado como ser un balcón, patio o terraza. En estos casos, el compostaje se realiza en contenedores de diverso tipo: estáticos o giratorios, de madera o plásticos, autoconstruidos o adquiridos. Cualquiera sea el caso, debe:

 

  •        Poseer agujeros en su base para expulsar los líquidos lixiviados que se generan durante la transformación 
  •      Tener una tapa no hermética que permita el ingreso de aire pero que a su vez impida la entrada de agua de lluvia
  •       Ubicarse en un lugar accesible para que podamos regularmente disponer los residuos y mezclar la pilar
  •            Idealmente a la sombra para evitar el resecamiento excesivo en los días de calor
  •       Tener al menos dos compartimentos o módulos, de modo que mientras uno esté llenándose, el otro esté en proceso de compostaje. Esto a los efectos de posibilitar la cosecha del compost una vez que haya transcurrido el tiempo necesario para que ocurra la transformación.
     COMPOSTERAS EN ESPACIOS ABIERTOS

Si vivimos en un espacio amplio, con jardín, la tarea de compostar es ciertamente más sencilla, puesto que la compostera se apoya directamente sobre el suelo. Esto simplifica la práctica, favorece la infiltración de los lixiviados y permite la llegada de lombrices, bichos bolita y otros colaboradores del compostaje a medida que avanza el proceso. Las composteras en espacios abiertos suelen ser más grandes ya que suelen recibir mayor volumen de pasto, restos de plantas y podas.
  • Modelo de pila
  • Modelo de pozo
  • Corralito

LAS 3 “A” DEL COMPOSTAJE


Alimento balanceado (relación Carbono/Nitrógeno)

Los residuos orgánicos vegetales húmedos que generamos en la cocina suelen ser ricos en nitrógeno (N), mientras que los residuos orgánicos vegetales secos lo son en carbono (C). Nitrógeno y carbono son elementos necesarios para que los microorganismos composteras puedan crecer, desarrollarse y reproducir se .Mientras mejor balanceamos la mezcla de restos húmedos (nitrogenados) con los secos (carbonados) tendremos mayor cantidad de microorganismos, mayor actividad compostera y por ende, mayor velocidad de transformación de los residuos en compost. A este balance, los técnicos le llaman “relación C/N”. En términos prácticos, por cada volumen de restos húmedos pondremos 1 ó 2 volúmenes de restos secos.

Aire (oxígeno)

Los microorganismos de nuestra compostera precisan, como nosotros, oxígeno para vivir. La falta de este elemento inducirá a que se desarrollen las llamadas “bacterias anaerobias” que son las responsables de la generación de malos olores. Por ello, debemos evitar la compactación de la pila de residuos y el exceso de humedad que se traduce en déficit de aire. 

  Agua (humedad)

Los seres vivos precisamos de agua para realizar nuestras funciones vitales. ¡Los microorganismos composteros también! Por eso la pila de residuos en nuestra compostera debe tener la suficiente humedad para que éstos puedan crecer y desarrollarse.

Por lo general los residuos que generamos en la cocina son muy húmedos (el 70% de su peso es agua) y al mezclarlos con los secos el nivel de humedad se equilibra. Es decir, que, en compostaje domiciliario, rara vez debemos regar la compostera. Sin embargo, es bueno estar atentos ya que en días muy calurosos o si nos excedemos de material seco puede ocurrir que sea preciso agregarle agua. 

La clave: ni seco, ni mojado. Sino con la humedad de “una esponja recién exprimida”.

 

 

¿CÓMO HACER UNA COMPOSTERA CON MATERIALES SENCILLOS? 

Aquí proponemos un modelo simple y de bajo costo. Precisaremos un tacho de pintura vacío de 20 litros, dos tapas, cuatro broches de ropa y 4 tapitas de gaseosa. 

1.   Limpiamos el tacho y hacemos perforaciones en su base de 1 cm de diámetro. Esto puede hacerse con taladro o la punta caliente de un cuchillo 

2.    Seleccionamos el lugar donde colocaremos la compostera. Ahí ubicamos una de las tapas (que hará las veces de bandeja recolectora de lixiviados), disponemos las cuatro tapitas y apoyamos sobre éstas el tacho perforado. Las tapitas sirven para dejar un espacio entre la base del tacho y la bandeja recolectora de líquidos. 

3.    En la boca del tacho colocamos los broches equidistantes entre sí que sujetarán la tapa superior. De este modo, sirve de sombrerete: permite el ingreso de aire, el egreso de dióxido de carbono (producto del metabolismo microbiano) y evita el ingreso de agua de lluvia. 

4.    Cuando el tacho se llene, detendremos el aporte de residuos e iniciaremos otro. De este modo, un tacho estará comportándose y el otro en curso de ser llenado (ver apartado “Arrancar a compostar”). 




  

 


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